El famoso ilusionista estadounidense de origen ruso David Copperfield, especialista en desapariciones, escapismo y vuelo, ha necesitado de la ayuda de Hillary Clinton y ex agentes de la CIA, el FBI y el KGB para hacer frente a la mafia rusa. La temible organización delictiva extorsionaba al ex novio de Claudia Schiffer reteniendo sus camiones y el material escénico después de una actuación en Moscú.
Asustado por las amenazas físicas e incapaz de hacer reaparecer su propiedad gracias a sus habilidades, al final Copperfield ha tenido que pagar una fortuna a los delincuentes.
La aventura profesional en Rusia, la patria de sus padres, ha sido larga y muy cara. El 12 de diciembre de 1999, después de su actuación en Moscú, Copperfield abandonó la ciudad, pero todo su costoso y sotisficado equipo se encontró con un inesperado problema al llegar a la frontera rusa. Misteriosamente, los papeles con los permisos de salida de los camiones y su contenido habían desaparecido, por lo que el convoy fue retenido.
Consciente de que todo tiene un truco, el mago que hizo desaparecer la Estatua de la Libertad y el tren del Orient Express escudriñó lo que había detrás del incidente y, en vez de sacar palomas y conejos de la chistera, descubrió que la compañía organizadora de su concierto era la que retenía la documentación, alegando que las cuentas con Copperfield no estaban ni claras ni resueltas.
Llamada a Hillary Clinton
Para complicar más el truco moscovita, el mago se enteró de que la promotora que había organizado su show estaba muy vinculada con la terrible mafia rusa, lo que complicaba una solución por cauces legales.
En su condición de estrella de espectáculo, Copperfield sacó la agenda y, en busca de auxilio, telefoneó a lo más alto, a la Casa Blanca, donde encontró a una receptiva Hillary Clinton que se interesó por el caso y le puso en contacto con el asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Sandy Berger. Tras estudiar la complicada situación, Berger llegó a la conclusión de que no podía proporcionar ayuda por los cauces diplomáticos, por lo que remitió al mago a un detective privado colaborador del presidente, Terry Lenzner, de la agencia de seguridad IGI, integrada por ex agentes de la CIA y del FBI.
El KGB
Para ayudar a Copperfield -que tuvo que improvisar su actuación en Florida- a recuperar sus camiones, Lenzner se puso en contacto con un antiguo enemigo, un ex oficial del KGB.
Este, después de contactar con los mafiosos, negoció el rescate y el traslado del convoy de vehículos hasta la frontera con Finlandia, protegido por hombres armados. Copperfield tuvo que pagar 240 000 euros por recuperar sus posesiones, más una cifra adicional no revelada por los gastos de Lenzner y del intermediario ruso. Y por si no fuese suficiente dispendio, el mago no cobró por su actuación moscovita.
Copperfield, sin embargo, está satisfecho y acaba de declarar, una vez resuelto el asunto, que la Casa Blanca "fue de gran ayuda", agradeciendo especialmente el apoyo de la primera dama norteamericana, aunque reconoció que fueron "los ex agentes de la CIA y el KGB" quienes resolvieron el caso.
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